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jueves, 15 de abril de 2010

LA TIENDA DE LOS SUICIDAS- Jean Teulé

Ah lo primero de todo y que no se me olvide, el concurso lo retraso. El tope límite para concursar era el 17 de este mes, pero viendo la poca acogida que ha tenido no me ha quedado otra opción. Espero que seáis más los que os animéis. Se aceptan sugerencias. O en mi correo o en este mismo post, es igual.

Ahora os traigo la crítica de un libro muy interesante que descubrí gracias a Beleth, de Book Eater. Es pequeño y rápido de leer, y sobre todo cuando no puedes parar de reír.


EL AUTOR

Estudió diseño en París, dedicándose posteriormente al género de la historieta. Posteriormente trabajó en televisión como guionista y actor, pasando a dedicarse a la escritura.

Su género es la narrativa, de la que tiene un gran dominio. Estudia los personajes con profundidad, más en concreto sus estados de ánimo.


LA NOVELA

La familia Tuvache regenta un negocio donde la muerte es la protagonista, en ésta tienda los clientes siempre compran por primera y última vez, y “siempre” se les despide con un Adiós. El matrimonio Tuvache ha puesto a todos sus hijos nombres de ilustres suicidas; el problema es cuando su hijo pequeño Alan, ya de bebé hace algo extraordinario que horroriza a sus preocupados padres, el niño “sonríe”. Alan es la desesperación de sus padres, despide con un “hasta luego” a los clientes, después de haberlos disuadido con su exultante optimismo de que no se maten. Este libro con su fino humor negro retrata una sociedad futurista en la que nadie tiene motivos para vivir, la desesperación cunde entre la población. Alan consigue poco a poco que la gente se dé cuenta que si existe la esperanza, todo puede cambiar, con pequeños gestos logra inculcárselo a todos y cada uno del resto de personajes, incluso a sus depresivos padres…

MI OPINION

Me ha parecido estupenda desde la primera hasta la última página. El autor se atreve con el miedo más oculto que tenemos todos: la muerte. Y lo usa para hacernos reír. Cada vez que puede. Que al final es todo el rato. Desde pasando por los padres de familia, depresivos hasta la médula, el hijo mayor que no tiene afán ninguno en la vida y la hija que se considera fea y gorda, hasta el hijo pequeño, que parece ser un pegote en esta familia, porque es todo lo contrario. Un alma buena, positiva, a la que no se le escapa el lado rosa de las cosas.



EL EXTRACTO

-La Tienda de los Suicidas, dígame...

La señora Tuvache, con un vestido camisero rojo sangre, le pide a su interlocutor que espere: "Un momento, señor, no cuelgue", mientras le da el cambio a una clienta con las facciones descompuestas por la angustia. Esta última se va, llevando en la mano una bolsa de plástico en la que se puede leer, por un lado, "La Tienda de los Suicidas" y por el otro, "¿Su vida ha sido un fracaso? ¡Con nosotros, su muerte será un éxito!". Lucrèce se despide de la clienta: "Adiós, señora" y coge de nuevo el auricular.


UNA ENTREVISTA AL AUTOR

Esta es una entrevista en El Periódico a Jean Teulé, quien descubre en el siglo XVII a El Montespan (Bruguera), el noble que se enfrentó al rey de Francia por su mujer. Otra de sus novelas.

–¿Cómo descubrió a Louis Henri de Pardaillan, marqués de Montespan, que se autoproclamaba «esposo separado aunque inseparable»?
–En un libro encontré una breve referencia a él como el cornudo más célebre del siglo XVII. Yo no sabía que la amante de Luis XIV estaba casada. Y me llamó la atención que el marido exhibiera su situación pintando su carroza de negro, adornándola con una gran cornamenta, para denunciar la costumbre del rey de acostarse con las mujeres de otros.

–Pues parece un calzonazos porque su mujer le avisa del peligro que corre en Versalles y él no le hace caso.
–Creo que era un ingenuo que estaba loco de amor y tenía una confianza ciega en su mujer. Y creía que ella también. Jamás imaginó que le traicionaría. A ella le gustó tanto su nueva vida que se volvió loca.

–Retrata usted un ambiente palaciego decadente y es muy preciso sobre las costumbres en la corte de un monarca absolutista.
–Las películas de época nos han dejado una imagen de frescura y limpieza que no se corresponde con la realidad. Ni era gente tan guapa, ni se perfumaban ni se lavaban. Eran muy sucios. Los médicos pensaban que era mejor no lavarse porque una capa de mugre protegía la piel de las enfermedades. En Versalles había dos baños para 5.000 personas, defecaban donde podían, todo era un vertedero. ¡Pero si los marqueses pagaban por ver cagar al rey! Así es que para ser amante del rey había que tener un cierto aguante.

–¿También se ha documentado para los pasajes de sexo?
–Luis XIV era muy exhibicionista. Le gustaba que le hicieran felaciones en cualquier parte. También les hacía el amor a las cortesanas en público y se sentía muy orgulloso de su comportamiento.

– No me extraña que un siglo después la nobleza fuera llevada a la guillotina...
–El marqués cornudo fue el primero en plantarle cara al poder absoluto. Me gustaría pensar que fue la primera semilla de lo que luego fue la revolución. Pero la verdad es que este noble esperpéntico era hasta ahora un desconocido en Francia. Cuando lo he descubierto, es como si me hubiera encontrado con un amigo. Y creo que él se hubiera sentido orgulloso del libro.

–¿La otra cara de la moneda fue la corte española, donde se refugia Montespan?
–Si, la corte de Carlos II era un lugar triste, severo, en el que no había amor. En Versalles se reían más. Pero Montespan se refugia en Madrid porque aprovecha la mediación del Papa, que amenaza al Rey Sol con excomulgarle por su vida licenciosa.

–Ha vendido usted más de 300.000 ejemplares. ¿Hay curiosidad o nostalgia en Francia por los tiempos de la monarquía?
–Si mi libro ha tenido tanto éxito es gracias a Nicolas Sarkozy. Le debería dar parte de lo que he cobrado (ríe). Se parece mucho a Luis XIV, el Rey Sol. No solo tiene un poder absoluto. También le gusta Versalles y se ha llevado a la más guapa de entre las guapas, Carla Bruni. Hay ministros que me han dicho que leen El Montespan en los viajes con el presidente, delante de él. La verdad es que en la Francia de hoy también hay muchos cortesanos. Para mí, como progresista, lo que más me molesta es ver cómo políticos de la izquierda son tan serviles.

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